Hoy, que México atraviesa por una crítica situación económica, política y social, la consigna de “La unión hace la fuerza” debe imponerse a su contraparte “Divide y vencerás”. Difícil, sobre todo, ante la serie de problemas, conflictos de interés, tráfico de influencias, desvíos de recursos, presunciones de corrupción, deficiencias e irregularidades en las que ha incurrido la clase política gobernante en los tres niveles y poderes. Sin embargo, hoy más que nunca, los mexicanos debemos hacer nuestra la máxima del filósofo y escritor Arthur C. Clark, que también se le atribuye al estadista británico Sir Winston Churchill: “El arte de gobernar es tan complejo que no debemos dejárselo únicamente a los políticos”.
Día a día se multiplican los casos que ejemplifican la crisis de credibilidad y confianza que padece el sector gubernamental: desde el Poder Judicial que ya resolvió que el PRI no compró votos con tarjetas Monex, hasta el Poder Legislativo, con los diputados que se repartieron entre ellos 125 millones de pesos como “subvención especial” y otros 193 millones para regalos, telefonía, estética y eventos varios, pasando por el Ejecutivo, con la Auditoría Superior de la Federación que detectó presuntos desvíos de recursos en educación, sector social y agropecuario, así como inconsistencias financieras del gasto de la Cuenta Pública 2013, primer año de la Presidencia de EPN.
La Auditoría detectó un desvío acumulado superior a los 50 mil millones de pesos en dependencias federales, pero advirtió que los mecanismos existentes no son suficientes para frenar la corrupción. Su titular, Juan Manuel Portal, dijo que se emitieron 10 mil 861 acciones, entre ellas, mil 321 promociones administrativas para sancionar y mil 798 pliegos de observaciones, de las que sólo se obtuvieron recuperaciones por 5 mil millones de pesos, apenas el 10% de lo desviado. Peor aún, las entidades federativas acumularon irregularidades por más de 67 mil millones de pesos en ese año 2013, de los que 23 mil millones fueron de recursos no ejercidos, no devengados o no reintegrados a la Tesorería.
Otros 11 mil millones son recursos transferidos a cuentas bancarias distintas a las autorizadas; 8 mil millones fueron aplicados en conceptos que no corresponden con los fines de los fondos ni con los programas públicos, además de 4 mil 330 millones en pago de remuneraciones injustificadas o indebidas al personal, mientras que el SAT endurece la vigilancia y las sanciones a las empresas generadoras de empleos. Entre otras irregularidades detectadas en la Cuenta Pública 2013 por la Auditoría Superior de la Federación destacan los más de 11 mil millones de pesos que fueron “borrados” de la educación básica y normal por desvíos y la entrega de 318 millones de pesos de las pensiones de Sedesol para adultos mayores a quienes no lo necesitan o no cumplen con las reglas para ser beneficiarios y el dinero asignado se utiliza para financiar otros programas de la Secretaría.
Cierto: hay una gran desconfianza y decepción de ciudadanos, analistas y organismos de la sociedad civil por la forma en que se están conduciendo los destinos de este país nuestro. Patricio de la Fuente escribió ayer: “En algo coinciden todos los políticos: hay una crisis de confianza porque hay niveles de corrupción nunca antes vistos. A robar, a robar que el mundo se va a acabar. Así se estila ahora”; sin embargo, como sociedad civil no podemos quedarnos cruzados de brazos y debemos canalizar toda esa inconformidad en una exigencia de cambio, sobre todo cuando vemos que más de la mitad de la población vive en la pobreza, que las finanzas del IMSS serán inviables en 4 años, que 6 de cada 10 mexicanos no tendrán una pensión cuando se jubilen y que el pago de la pensión universal está en riesgo por recorte al gasto, entre otros problemas.
Definitivamente amigo radioescucha, las redes sociales y los medios de información independientes están pletóricos de mensajes de ciudadanos indignados por las corruptelas, deficiencias y los errores e irregularidades en que incurren gobernantes, funcionarios y legisladores. Una indignación a todas luces justificada; sin embargo, debemos reiterar la importancia de llamar a la unión en lugar de la confrontación, a la actitud positiva y propositiva en aras de construir y no de destruir. Por fortuna, hoy contamos con una sociedad cada día más informada, crítica, pensante y actuante, que tiene toda la capacidad de formar sinergia con las autoridades pero exigiéndoles eficiencia, transparencia y rendición de cuentas en el desempeño de sus responsabilidades porque está consciente de la importancia que tiene el valor de trabajar en unidad en tiempos de crisis.