Ennio Morricone, las bandas sonoras que lo hacen inmortal

Foto: Gonzalo Tello. Licencia CC, disponible en https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Ennio_Morricone_2013.jpg

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Jessica Ayala Barbosa

Torreón, Coahuila (06/07/2020).- Entre las múltiples virtudes de la música está su poder de trasladarnos con un par de acordes a otras épocas y lugares; si se combina con ese otro arte que comenzó plasmándose en celuloide, entonces incluso puede llevarnos a escenarios ficticios, esos que, si bien nacieron inspirados en la realidad o en la historia, sólo existen en nuestra mente gracias al genio creativo de artistas unidos por el cine.

Entre esas afortunadas conjunciones de talentos destaca la de los italianos Sergio Leone (1929-1989), guionista, director y productor de cine, y Ennio Morricone, compositor y director de orquesta fallecido este lunes 6 de julio a cuya memoria dedicamos estas líneas.

Sin duda alguna, a esta dupla le debemos gran parte del imaginario popular -con música incluida-, del Viejo Oeste estadounidense, gracias a producciones de las décadas de los sesenta y setenta que ni siquiera se filmaron en la ubicación geográfica real de este sitio, sino en el continente europeo, y que por ese mismo motivo fueron clasificadas como parte de un subgénero del western hollywoodense, al que se le dio el nombre de spaghetti western, no sin cierto desdén en sus inicios, pero que terminó convirtiéndose en un referente para una gran cantidad de cineastas contemporáneos, entre ellos Quentin Tarantino.

La Trilogía del dólar, serie de tres cintas (1964, 1965 y 1966) no relacionadas entre sí dirigidas por Leone, musicalizadas por Morricone y protagonizadas por Clint Eastwood, es un ejemplo de este tipo de películas. De ahí se desprende El bueno, el malo y el feo (1966), filme que no puede ser nombrado sin que venga a nuestra mente su banda sonora para llevarnos directo a esos territorios polvosos llenos de hombres empistolados, rudos y sin atisbo de moral.

En eso coincide el crítico de cine Héctor Becerra Delgado: “ahora no se puede hablar de nada del Lejano Oeste sin que entre el tema que Ennio Morricone compuso para El bueno el malo y el feo, y en ese instante estás allá, no importa que fuera para un spaguetti western, así no haya sido escrito para una película de Estados Unidos”.

Es por eso y muchas razones más que el conductor de los programas Filmanía y RockShow, que se transmiten por la estación Kiuu FM 91.1 (GREM), no tiene reparos en decir que «se va uno de los más grandes compositores de la historia de la música para cine”.

Con motivo de la muerte de Morricone, a sus 91 años de edad tras complicaciones derivadas de una caída, Becerra Delgado hace un recuento de la carrera del compositor, puntualizando que si bien su trabajo con Sergio Leone es memorable, también lo son sus colaboraciones con otros directores como Giuseppe Tornatore, en esa carta de amor al séptimo arte llamada Cinema Paradiso (1988); Brian de Palma en su clásico ochentero Los intocables (1987); Roland Joffé en La Misión (1986) y John Carpenter en La cosa del otro mundo (1982).

Los títulos mencionados son sólo un puñado de ejemplos que confirman esa versatilidad que él mismo quiso destacar cuando declaró que le molestaba que la gente pensara en él como un especialista en westerns, pues éstos constituyen un porcentaje relativamente pequeño de la música que había escrito.

Un ejemplo de integridad artística

Su lugar como compositor consolidado no fue obra de la casualidad, sino que se lo forjó a punta de talento, preparación y un fuerte temperamento.

Arrancó muy joven, tenía estudios de música clásica y llegó a ser trompetista de jazz, incluso compositor fantasma, de esos no acreditados en algunas películas”, cuenta Becerra, quien considera que fue su asociación con Leone la que lo catapultó a la fama, “a partir de ahí se vuelve internacional y otros directores tanto italianos como norteamericanos empiezan a colaborar con él”.

Tenía profundas convicciones artísticas y si bien trabajaba para la industria cinematográfica y su obra terminó formando parte de éxitos de taquilla, estaba muy consciente de su talento, de tal forma que se esforzó por defender a toda costa su papel como autor, apostándole a la integridad creativa y evitando ceder a los caprichos del momento, por no cortar o forzar las cosas en función de la mercadotecnia.

Quería entregar la mejor partitura posible para la mejor película posible, decía que no hacía bandas sonoras, sino música para cine (…) era famoso por su mal humor y nivel de exigencia, contaba que al principio de su carrera le molestaba que le propusieran cosas, como ‘quiero que esta banda sonora se parezca a esto o que recuerde tal película’ y él, con algo de maña, hacía su música a su estilo y la entregaba a menos de un mes del estreno para que no le pidieran cambiarla, así a los directores no les quedaba más que acoplarla y eso le permitía mantener cierta integridad”.

Eso fue al inicio, añade el conductor de Filmanía. Ya consolidado, los cineastas le dieron completa libertad, a tal grado que algunos le pedían primero la música, el mismo Sergio Leone llegó a declarar que algunas piezas que le entregó cuando la peli aún no estaba lista le sirvieron para filmar conforme a la música.

Con respecto al sello de Morricone, Héctor Becerra destaca que se trata de un compositor versátil, “no tenía un estilo que tú pudieras reconocer en el sentido de que fuera repetitivo, podía incluir pop, jazz, música étnica, de acuerdo con cada película”.

Ha sido alabado por diversos compositores, Hans Zimmer (El rey león, 1994) lo ha mencionado como una de sus grandes influencias, al igual que bandas de rock como Metallica, Radiohead, Muse o Danger Mouse, que tienen en mente su estilo orquestal a la hora de componer o cuando recurren a versiones sinfónicas”, asegura el también conductor de RockShow.

Aunque es famoso por sus bandas sonoras, compuso obra clásica original y tenía un pie metido en movimientos musicales vanguardistas y no se negó a trabajar en otros géneros, incluso tiene colaboraciones con figuras del pop, como Paul Anka, Zucchero y Andrea Bocelli.

Soundtracks para recordarlo toda la vida

Entre el extenso trabajo de Morricone, las bandas sonoras que ocupan un lugar especial en el gusto de Héctor Becerra Delgado son las incluidas en las cintas:

  • Trilogía del dólar (Por un puñado de dólares, 1964; La muerte tenía un precio, 1965; El bueno, el malo y el feo, 1966): “todo lo que hizo con Sergio Leone, son clásicos indiscutibles”.
  • La cosa del otro mundo (Carpenter, 1982): “como fan del horror, me encantó el minimalismo que empleó en este filme”.
  • La Misión (Joffé, 1986): “es memorable, un clásico instantáneo, se queda en la mente, son pocas notas en diferentes instrumentaciones que te remiten a las selvas inhóspitas”.
  • Los intocables (De Palma, 1987): “con su trabajo logra que esta película sea un todo orgánico”.
  • Los ocho más odiados (Tarantino, 2015): “El director de Érase una vez en Hollywood (2019) trató muchos años de convencerlo de hacer algo juntos, hubo una relación de odio a distancia porque él nunca quiso ir a Estados Unidos, siempre trabajó desde Italia. Tarantino consiguió los derechos de varias piezas de Morricone y las utilizó en sus películas y al compositor eso le molestaba mucho. Hasta que por fin llegaron a un acuerdo para trabajar en este filme de 2015 y en 2016 el italiano ganó su primer premio Óscar en competencia; lo habían nominado mucho, pero nunca lo había ganado, en 2007 recibió uno honorario por su larga trayectoria. Con Los ocho más odiados se limaron asperezas, Tarantino cumplió su sueño dorado de trabajar con Morricone y éste ganó una estatuilla de la Academia”.

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