Las letras mexicanas despidieron esta semana a Fernando del Paso Morante; el narrador mexicano falleció el pasado 14 de noviembre a los 83 años.
Además de escritor, fue diplomático, académico y periodista. Residió en Londres desde 1970 a 1985, donde fue locutor de la BBC; entre 1986 y 1988 fue el agregado cultural de la embajada de México en París y después cónsul.
En 1986 ganó el premio Radio Nacional de España, otorgado al mejor programa en español de carácter literario por su trabajo “Carta a Juan Rulfo”.
Del Paso se convirtió en el sexto mexicano en recibir el Cervantes (2015), y al enterarse de la noticia valoró que el galardón fuera “la culminación a toda una vida dedicada a las letras y una dosis de revitalización tras una larga enfermedad”. El escritor fue parte fundamental y asiduo asistente de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), donde recibió el Premio FIL de Literatura en 2007 y fue objeto de un homenaje por sus 80 años de edad, en 2015.
El viaje como imagen de la vida.
«El viaje como imagen de la vida y como aventura de la imaginación
han sido dos constantes de nuestro pensamiento.
La vida es un viaje de la luz a la oscuridad.
La vida es siempre el viaje del héroe de las mil caras,
del millón de caras, y cada día viajamos de la mañana a la noche;
de noche viajamos en nuestro sueños;
de día viajamos por los sueños que tenemos con los ojos abiertos.
Y no tenemos que ir muy lejos.
Viajamos en nuestros recuerdos y podemos viajar en los recuerdos de otros,
en las memorias y las autobiografías de Zweig, Neruda, Casanova.
Leer a Balzac es viajar a la Francia del siglo XIX,
leer a William Faulkner es viajar al sur profundo de Estados Unidos de los años treinta,
leer a Mariano Azuela es viajar a las entrañas de la Revolución.
Vámonos con Martín Luis Guzmán y Pancho Villa a la toma de Zacatecas.
Vámonos con Alejo Carpentier al siglo de las luces.
Vámonos con Rafael F. Muñoz a Bachimba.
Vámonos con Borges de ida y vuelta al infinito.
Vámonos con Alicia al otro lado del espejo.
¿Por qué no decirle a nuestros niños que cuando abrimos un libro,
sus páginas se transforman en velas, y con ellas desplegadas
podemos navegar a los rincones más lejanos de nuestro país,
a los recovecos más misteriosos de nuestra historia,
a las tierras más altas de la imaginación?
Fueron viajeros Robinson Crusoe y Arthur Gordon Pym.
Viajó Gulliver, viajó Simbad, viajó Tartarín y el capitán Ahab.
¿Por qué no decirle a nuestros niños y a nuestros jóvenes
que con los libros pueden viajar por el dolor y la alegría de los seres humanos,
y por sus esperanzas, por su soledad, su amor y sus pasiones?
¿Por qué no decirles que con los libros podrán viajar al centro de sí mismos,
por los mares de sus conciencias, por las profundidades de sus pensamientos? «
Las lecturas obligadas para entender la obra de Del Paso, son sus novelas “José Trigo”, “Palinuro de México” y “Noticias del Imperio”.