La economía informal: una carga para todos

 

Es innegable que la economía informal ha permitido que muchas personas sin empleo encuentren una fuente de ingresos. Sin embargo, esto no significa que no deba ser vista como un problema. De hecho, las desventajas de la informalidad superan con creces sus beneficios. Basta con observar que los trabajadores informales ganan, en promedio, prácticamente la mitad de lo que perciben quienes tienen un empleo formal, según datos del INEGI. A esto se suma la falta de prestaciones de ley, lo que los deja sin acceso a servicios de salud, ahorro para el retiro o estabilidad laboral. Pero las consecuencias negativas de la economía informal no solo afectan a quienes trabajan en ella.

Para la economía formal, en especial el comercio establecido, el ambulantaje representa una competencia desleal que impacta sus ventas y, en consecuencia, la cantidad de empleados que pueden contratar y los sueldos que pueden pagar. Mientras que los negocios formales deben cubrir impuestos, licencias y normativas sanitarias, el comercio informal opera sin regulaciones ni costos fiscales, lo que le permite ofrecer precios más bajos a los consumidores. Esta distorsión del mercado desincentiva la inversión y frena el crecimiento del sector formal.

Para los gobiernos federal y estatales, la informalidad también representa un problema grave: millones de pesos en impuestos dejan de recaudarse cada año porque las empresas y trabajadores informales no están dentro del sistema fiscal. Solo el SAT estima que la evasión derivada de la informalidad equivale a alrededor del 2.6% del PIB. En cuanto a los gobiernos municipales, aunque estos suelen cobrar cuotas a los comerciantes informales para permitirles operar dentro de ciertos espacios, ese ingreso no compensa el costo de los servicios públicos que demandan.

Y es que el comercio informal genera gastos adicionales para los ayuntamientos. Sus actividades producen grandes volúmenes de basura, que muchas veces no recogen ni pagan, obligando a los municipios a destinar más recursos a la limpieza. Además, usan agua potable y electricidad de manera irregular, lo que incrementa las pérdidas para los sistemas municipales de agua y lo que el ayuntamiento debe cubrir a la Comisión Federal de Electricidad. Es decir, los costos de la informalidad no solo afectan al comercio establecido, sino a toda la ciudadanía que termina pagando por los servicios que estos negocios utilizan sin contribuir a su financiamiento.

Definitivamente, amigo radioescucha, la economía informal tiene ventajas y desventajas, pero en este caso los problemas que genera son mayores que los beneficios que aporta. Por ello, los gobiernos no solo deben buscar ordenarla, sino reducirla al mínimo posible. En este sentido, es clave que las autoridades de plazas y mercados en los municipios de la Comarca Lagunera asuman como tarea no solo regular, sino también impulsar la formalidad, mostrando a los comerciantes informales que cumplir con la ley es no solo lo correcto, sino también lo más conveniente para ellos y para la economía en su conjunto.



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