La Laguna, un oasis en el desierto para los migrantes

 

El próximo lunes 20 de enero, Donald Trump tomará posesión como presidente de los Estados Unidos. Su llegada promete traer consigo nuevos e importantes desafíos para México, tanto en lo económico como en lo político y lo social. En este último aspecto, los habitantes de la Comarca Lagunera experimentaremos las consecuencias de la agresiva política antimigratoria que se implementará. Es previsible que muchos de los migrantes deportados pasen por nuestra región, sumándose a aquellos que, a pesar de las amenazas, seguirán intentando alcanzar la frontera norte, pues desde su perspectiva, el único destino viable es el territorio estadounidense.

Las organizaciones ciudadanas que se dedican a la atención de los migrantes enfrentarán un aumento en la demanda de recursos. Hasta ahora, los casos de migrantes deportados que solicitan atención son excepcionales; sin embargo, esa realidad podría cambiar si, como se anticipa, las deportaciones se multiplican y los cruces fronterizos se dificultan aún más. Por ahora, todo sigue siendo especulación, pero los temores ya están teniendo un impacto visible: muchas personas aceleraron su paso con el objetivo de llegar a la frontera antes de que se implemente el nuevo gobierno y sus medidas.

Las políticas antimigratorias que se han popularizado en diversas partes del mundo, y que cuentan con un amplio respaldo ciudadano, parten de una visión simplista de los problemas de los países en los que se aplican. Se acusa a los migrantes de ser responsables de males como el desempleo, la inseguridad e incluso enfermedades. Sin embargo, se obvia que, aunque la migración puede contribuir a acentuar estos problemas, la raíz de los mismos radica en causas más estructurales que no se resolverán simplemente cerrando las fronteras. Los políticos que promueven estas medidas tienen éxito, en parte, porque aprovechan el rechazo natural hacia lo desconocido.

Estas posturas contrastan con las de sociedades como la nuestra, que por sus orígenes multiétnicos recientes, experimentan una mayor apertura y comprensión hacia los migrantes, entendiendo que no dejan sus tierras por gusto, sino por necesidad. Sin embargo, la posibilidad de ayudar siempre estará limitada por nuestra capacidad para hacerlo. Por eso es fundamental que la Laguna recupere el dinamismo y el empuje que la han caracterizado, para evitar que, en el futuro, nos veamos enfrentados al peligro de culpar a otros por nuestra escasez de recursos. Y es que, frecuentemente, quienes son señalados como responsables son aquellos cuya vulnerabilidad les impide defenderse. Por ello, las políticas antimigratorias son tan indeseables, pues se dirigen contra quienes ya han sufrido a causa de situaciones como el hambre o la violencia, que no provocaron.

Definitivamente, amigo radioescucha, vivimos en un mundo de complejidad elevada, donde los problemas no solo persisten, sino que se agravan. Y de manera paradójica, en lugar de que los políticos más capacitados para enfrentarlos ganen las elecciones, lo hacen quienes promueven visiones simplistas y medidas ineficaces que no abordan las causas estructurales. Es como tomar una aspirina para ocultar el dolor de cabeza mientras la enfermedad subyacente sigue deteriorando nuestra salud. Como consecuencia, situaciones como el drama de los migrantes se vuelven aún más difíciles de atender. Sin embargo, es precisamente ante estos grandes desafíos que nuestra condición humana puede resplandecer. Que nuestras acciones sigan demostrando que la Laguna sigue siendo un oasis en el desierto para los migrantes.



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