Expertos en temas electorales de la UNAM y del Colegio de México, durante el Foro Elecciones 2015: entre ecos de violencia y movilizaciones sociales, organizado por la Universidad Iberoamericana expusieron que “el país atraviesa una de las peores épocas de la historia contemporánea y, ante esta crisis social, política y económica los partidos no presentan soluciones concretas para la restauración del tejido social, de cara al proceso electoral de junio próximo”. Los académicos coincidieron en que “existe una aguda crisis de representación y el país llega a un año electoral con la peor clase política en décadas”, lo que generó opiniones encontradas entre quienes también estuvieron de acuerdo y quienes lo rechazaron totalmente.
Entre éstas, destaca la de Carlos Arredondo Consejero del IEPCC, quien opinó que no es que sea la peor clase política, sino que la actual es la mejor ciudadanía que se ha tenido en décadas: más despierta, exigente, participativa, con una mayor información y un compromiso claro derivado de una mayor cultura cívica, en la que ha influido el papel de medios de comunicación y programas como Contextos –que ayer cumplió 18 años al aire- que, trabajando con ética profesional y compromiso social, han sido conducto para ese despertar ciudadano, enriquecido y respaldado con las redes sociales, logrando con ello devolver la esperanza de que sí es posible un cambio por la vía positiva y propositiva.
Analistas coinciden en que es difícil calificar cuál ha sido la peor clase política, al menos desde 1968, con la matanza de estudiantes de Tlatelolco; luego, el fin del crecimiento económico y la llegada de la docena trágica con el populismo de Luis Echeverría, iniciador de las crisis sexenales recurrentes devaluatorias e inflacionarias y la frivolidad de José López Portillo que habló de administrar la abundancia y defender el peso como un perro, para continuar con el neoliberalismo tecnocrático de Miguel de la Madrid con quien la inflación llegó al máximo nivel: 152%, y Carlos Salinas de Gortari, que le quitó tres ceros al peso y le heredó a su sucesor, Ernesto Zedillo, el error de diciembre, que desató la peor crisis del siglo pasado.
Luego llegó la docena del cambio con Vicente Fox que frustró las grandes expectativas que generó en millones de mexicanos y Felipe Calderón que encendió la mecha de la violencia con la guerra contra el crimen organizado, cuyas consecuencias seguimos padeciendo. Después, volvió a Los Pinos el que promovieron como el nuevo PRI, que presumió que sí sabía gobernar, pero vemos que ya está de regreso el sobrendeudamiento, la inestabilidad del peso y la inseguridad continúa en varios estados, se acentuaron los aumentos a los combustibles que tanto criticaron y están a la vista las promesas incumplidas y las incongruencias del titular del Ejecutivo y su gabinete.
Por todo esto, en menos de dos años de gobierno, su nivel de aprobación descendió al nivel más bajo que el de sus antecesores en el mismo lapso. En este escenario, mención especial merece la reciente renuncia del presidente del Comité Directivo Estatal del PRI en Nuevo León, quien argumentó que su decisión la tomó ante la actitud asumida por el gobernador Rodrigo Medina, quien no tomó en cuenta a los miembros de su partido en la selección de candidatos para el próximo proceso electoral del estado.
Sin embargo, la nota del día es el mensaje presidencial de ayer al medio día, en el que EPN dio a conocer el plan de ocho acciones para combatir la corrupción; habló de ética, integridad, transparencia, rendición de cuentas, certificación de funcionarios e investigación de conflicto de intereses, entre otros valores y compromisos, todo esto muy positivo; sin embargo, de inmediato surgieron dudas y comentarios sobre qué pasará en los casos actuales de corrupción y conflicto de intereses en el gobierno federal y varios gobiernos estatales y municipales que siguen siendo temas de reclamo ciudadano. La desconfianza persiste porque la ciudadanía tiene la percepción de que es práctica común de la clase política gobernante, sea del partido que sea, apostarle al transcurso del tiempo para que queden en el olvido actos de corrupción y conflictos de intereses.
Por lo pronto, este proyecto inicia con el pie izquierdo al conocer la trayectoria profesional del polémico nuevo secretario de la Función Pública, Virgilio Andrade, por su cercanía con funcionarios del actual gobierno federal, con el PRI y por el hecho de haber sido nombrado directamente por el presidente para investigar si hubo conflicto de interés en los contratos de obra pública otorgados a las empresas constructoras que celebraron la compra-venta de casas con él, con su esposa y con el secretario de Hacienda.
También generó desconfianza la declaración del nuevo secretario de la Función Pública en entrevista con Joaquín López Dóriga, en la que aclaró que no habrá investigación en torno a la compra-venta de estas casas y que su trabajo lo enfocará a definir si existió o no conflicto de interés en el otorgamiento de contratos de obra pública a las empresas constructoras. La cereza del pastel en el mensaje fue el desafortunado comentario del presidente al final de su discurso: “Ya sé que no aplauden”, mismo que de inmediato fue motivo de mofa en las redes sociales, así como de videos y notas en medios de comunicación.
Definitivamente, amigo radioescucha, el tema de que si la actual es o no, la peor clase política en décadas, a decir de los académicos, puede ser sujeto a discusión y habrá quienes no coincidan porque ese calificativo, para algunos, debería aplicarse a los políticos de la docena trágica, para otros a los de la docena neoliberal y para algunos más a los de la docena del cambio frustrado, pero la verdad es que actualmente sí existe una ciudadanía mejor informada, con mayor madurez cívica y una definición más clara de su compromiso social, de su participación, decisión y acción en la búsqueda de un México mejor.