El gobierno de Coahuila comenzará a prohibir la venta de comida chatarra en los centros escolares a partir del 29 de marzo. La medida busca frenar el alarmante incremento de obesidad infantil, una problemática que se relaciona con malos hábitos alimenticios y el sedentarismo. Sin embargo, la experiencia nos dice que las prohibiciones por sí solas no bastan. Para que haya un cambio real, es necesario acompañar estas acciones con estrategias integrales que fomenten la actividad física y una cultura de salud desde la infancia.
Si bien es cierto que reducir el acceso a productos ultraprocesados puede tener un impacto positivo, la clave está en ofrecer alternativas reales y atractivas para los niños. Esto significa garantizar que en las escuelas se promueva una alimentación balanceada, pero también que se eduque sobre la importancia de nutrir el cuerpo de manera adecuada. La buena salud no depende solo de lo que evitamos consumir, sino de cómo equilibramos nuestra dieta y nuestra actividad diaria.
Existe un aspecto poco mencionado pero fundamental en este debate: el gusto. Muchos niños y adultos rechazan los alimentos saludables porque no les agradan. Sin embargo, el gusto también se educa. Aprender a disfrutar frutas, verduras y otros alimentos nutritivos es posible si se inculca desde pequeños. De nada sirve sustituir los productos chatarra si los niños no encuentran placer en las opciones saludables. Para ello, se requiere un esfuerzo conjunto entre educadores, familias y autoridades.
En ese sentido, las escuelas deben convertirse en espacios donde no solo se restrinja el acceso a alimentos poco saludables, sino donde también se fomente una relación positiva con la comida y el ejercicio. La promoción de huertos escolares, talleres de cocina saludable y programas de educación nutricional pueden ser herramientas clave para transformar los hábitos de las nuevas generaciones.
Definitivamente, amigo radioescucha, la prohibición de la comida chatarra en las escuelas es un paso en la dirección correcta, pero no debe ser la única acción. La solución real está en la combinación de estrategias que fomenten el ejercicio, la educación alimentaria y la creación de un entorno donde el gusto por lo saludable sea algo natural. Solo así podremos avanzar hacia una generación más sana y consciente de la importancia de su bienestar.