El escenario nacional es por demás complicado. En lo económico: se incrementa en más de 120% el déficit presupuestal del gobierno con relación a 2013; la deuda equivale ya a cerca del 40% del PIB; la expectativa de crecimiento para 2015 se reduce a un máximo de 3% por la caída de los petroprecios y la reducción del gasto público; el valor del peso se desploma en comparación con el dólar; se suspende de manera indefinida la construcción de los trenes rápidos, que generarían 6 mil empleos directos e indirectos; merma el poder adquisitivo de la mayoría de los mexicanos, constriñendo aún más el mercado interno y llevando a las pequeñas y medianas empresas del país, principales fuentes de riqueza y empleo, a una situación cada vez más preocupante.
En lo social: el informe ejecutivo de la CNDH advierte que “los derechos humanos enfrentan actualmente en México una de sus etapas más críticas y desafiantes. La impunidad y los altos niveles de violencia e inseguridad, ocasionan que los derechos humanos sean vistos más como una situación discursiva o teórica que como un aspecto práctico y real, cuestionando la validez de las instituciones, así como los avances que en materia de derechos humanos se han presentado en las últimas décadas”. Y para muestra de las afirmaciones del ombudsman, ahí están las denuncias contra el Estado mexicano de los padres de los normalistas de Ayotzinapa, en Ginebra, Suiza, en el marco del examen de México en el Comité de la ONU sobre Desapariciones Forzadas.
Y en lo político: el partido en el poder sumido en el descrédito nacional e internacional por el desempeño del gobierno federal, escándalos de corrupción y conflictos de interés; la oposición enfrascada en absurdas pugnas internas, como los siete recursos presentados por militantes del PAN en contra del retorno de Gustavo Madero a la dirigencia blanquiazul; lo que queda del PRD en manos de los “Chuchos”, dividiéndose cada día más; los partidos comparsa que se han descarado como negocios familiares y sindicales; y la creación de nuevos partidos que sólo contribuye a incrementar los costos de una democracia desprestigiada y onerosa.
¿Y mientras tanto, qué hacen los legisladores? En la sesión del domingo en San Lázaro, destinada a inaugurar los trabajos del segundo periodo ordinario de sesiones del tercer año de la Legislatura 62, 205 de los 500 diputados y 46 de los 128 senadores decidieron, simplemente, no acudir. Para qué, si la plenaria duraría tan sólo dos minutos. Así lo corroboró, entre otros muchos legisladores, el senador panista, Ernesto Cordero, que decidió asistir al Super Bowl, Y como un adolescente, se justificó argumentando que pidió que se le descontara el día. ¿Qué le parece? Al respecto, Gustavo Madero lamentó que los legisladores panistas que faltaron a la apertura del periodo ordinario de sesiones del Congreso por irse a algún acto deportivo o de vacaciones dañan la imagen del partido. Como si no estuviera suficientemente dañada.
Pero, como lo aseveró el exsecretario de Hacienda, no nos debería extrañar. Nada más en la Cámara baja, sólo seis diputados han tenido asistencia perfecta en los dos años y medio que lleva la actual Legislatura. Todos los demás han faltado, algunos hasta 74 veces, pese a que de noviembre de 2012 a la fecha se han celebrado 171 sesiones. No obstante, casi todos recibieron intacta su dieta de 148 mil 468 pesos mensuales, más las prestaciones y viajes al extranjero; y qué decir de sus hijos que, a través de la oficina de papi, hacen reservaciones en exclusivos restaurantes y antros. Pero lo más lamentable es que los más faltistas entre los diputados son los de oposición, que se supone están para servir de contrapeso a un gobierno que vaya que lo necesita, como aseveró la experta de Visión Legislativa, María del Carmen Nava Polina.
Definitivamente amigo radioescucha, acostumbrados a pertenecer a una de las instituciones con menor credibilidad, diputados y senadores hacen propuestas politiqueras y populistas, como la de reducir entre 40 y 50% los salarios de los altos funcionarios, hecha por el PRD, que no aplican para sí mismos. Es cierto que la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados acordó en su reunión dominical solicitar un informe al Centro de Finanzas Públicas para proponer un recorte al gasto de los legisladores, pero se ve difícil que vayan a afectar sus muchos privilegios, pues, ante el país en crisis, los legisladores siguen en bonanza.