A los mexicanos les gusta consumir reality shows, un fenómeno que ha estado presente en la televisión durante más de 20 años. Este formato ha evolucionado y diversificado, adaptándose a los gustos del público, lo que ha permitido su permanencia en la programación. A pesar de los cambios en la audiencia y la competencia de nuevas plataformas, los números siguen siendo positivos, como lo demuestra el éxito de programas recientes.
Los realities permiten la inclusión de múltiples patrocinadores lo que incrementa los ingresos publicitarios. Además, la naturaleza muchas veces impredecible de estos programas fomenta la conversación en redes sociales, amplificando su alcance y visibilidad. De igual manera, la conexión emocional que los espectadores desarrollan con los participantes también impulsa el engagement, lo que se traduce en un retorno de inversión atractivo para las productoras y las cadenas de televisión.
Ahora bien, más allá del entretenimiento, los reality shows ejercen una fuerte influencia en la moral y las costumbres de la sociedad. Los valores que se transmiten en estos programas, a menudo basados en la competencia, la fama y el éxito a toda costa, tienen un impacto en los jóvenes, quienes los toman como modelos a seguir. Aunado a ello, contribuyen a la creación de una cultura de la inmediatez y del consumismo, en la que la apariencia física y el éxito material son los principales objetivos.
Por otra parte, los reality shows nos invitan a ser testigos de la vida de otros, a experimentar emociones intensas y a vivir aventuras que, en muchos casos, están fuera de nuestro alcance. Esto se refuerza junto a las redes sociales, creando una realidad virtual en la que las imágenes y los vídeos, tras múltiples filtros y ediciones, se presentan como si fuesen reales. No obstante, la vida que se muestra es una construcción artificial y espectacular y no percatarse de esto puede tener una marca negativa en niños, niñas y adolescentes.
Definitivamente amigo radioescucha, los reality shows han logrado mantenerse relevantes en la televisión mexicana gracias a su capacidad de adaptación y a su atractivo emocional. Sin embargo, es crucial que los espectadores desarrollen una visión crítica hacia estos programas, reconociendo que son parte del negocio del espectáculo. De esta manera, las diversas generaciones podrán disfrutar de este entretenimiento sin consecuencias nocivas.