Las pugnas internas en Morena Coahuila han escalado a niveles preocupantes. La senadora Cecilia Guadiana ha cumplido su amenaza y ha denunciado ante el Instituto Nacional Electoral (INE) al diputado local Antonio Attolini y a la regidora de Saltillo Alejandra Salazar por violencia política en razón de género. Esta acción surge tras ser señalada por presunto uso indebido de programas sociales para promoción personal. Mientras tanto, las diferencias entre las facciones del partido en el estado siguen profundizándose, desgastando a sus protagonistas y desviando la atención de su labor legislativa.
Estas disputas ocurren en un momento crítico para el país. Recientemente, la presidenta Claudia Sheinbaum enfrentó amenazas arancelarias por parte de Estados Unidos y respondió con un llamado a la unidad nacional. En el Zócalo capitalino, miles de simpatizantes enviaron un mensaje claro: «A México se le respeta». En este contexto, resulta contradictorio que, mientras se busca fortalecer la cohesión frente a presiones externas, al interior de Morena prevalezcan divisiones marcadas que parecen estar fuera de control.
No es la primera vez que la presidenta Sheinbaum pide unidad dentro de su partido. En su primer encuentro con legisladores de Morena, enfatizó la necesidad de trabajar juntos y mantener una comunicación efectiva para lograr las reformas necesarias para el país. Sin embargo, las acciones de algunos miembros en Coahuila parecen ir en sentido contrario, debilitando la cohesión del partido en momentos donde la solidez es crucial. En lugar de sumar esfuerzos, los protagonistas de estas disputas internas parecen estar más enfocados en descalificar a sus propios compañeros.
Más allá del desgaste político, es legítimo preguntarse cuánto tiempo y cuánta energía están destinando estos legisladores a sus verdaderas funciones. La ciudadanía no los eligió para enfrascarse en batallas personales ni para llevar sus diferencias a tribunales electorales, sino para representar sus intereses y generar soluciones. La falta de unidad no solo afecta la imagen del partido, sino que también pone en riesgo la implementación de políticas esenciales para el desarrollo del país.
Definitivamente, amigo radioescucha, la pregunta es inevitable: ¿cómo puede Morena liderar la transformación del país cuando ni siquiera puede resolver sus conflictos internos? Es momento de que sus líderes en Coahuila y en todo México reflexionen sobre sus prioridades y demuestren la madurez política necesaria para anteponer el bien común sobre intereses personales. Si Morena quiere mantenerse como la principal fuerza política, deberá demostrar que puede gobernarse a sí mismo antes de pretender gobernar a los demás.