Petrolización y corrupción: la mezcla mexicana

Pareciera ser cuestión de mala suerte el hecho de que, cuando finalmente se concretó la reforma en materia energética, los precios internacionales del petróleo se desplomaron anulando toda esperanza de un crecimiento económico importante y sostenido. Sin embargo, las verdaderas causas detrás del limitado incremento del Producto Interno Bruto del país radican, por un lado, en la dependencia del gasto gubernamental hacia el hidrocarburo, y por otro, a la devastadora corrupción que acompaña a dicho gasto.

Como recuerda Rodrigo Pérez Alonso en Excelsior, “para México, el petróleo representa alrededor de un tercio de los ingresos del gobierno. Cierto: ya no hay una dependencia como la que hubo en los años setenta del siglo pasado, pero no deja de ser una carga difícil de llevar, que mantiene a Pemex, como empresa, reportando sistemáticamente pérdidas ante la andanada de impuestos y retribuciones que está obligada a otorgar a la Federación”.

Por supuesto, hay que agregar la ineficiencia de la paraestatal. Antonio Gesherson destaca cómo cada año Pemex ha producido menos que el anterior. Si comparamos con 2004 –dice el especialista, cuando la producción fue de 3 mil 383 millones de barriles diarios, la actual equivaldría al 71 por ciento de la de aquel año. Gesherson lamenta que “Se rebaja el presupuesto a Pemex, no bajando los ingresos de altos funcionarios y el personal de confianza, sino en la inversión productiva.”.

Pero, por si no fuera suficiente esa realidad, está además la rampante corrupción. Ésta ocurre en dos niveles. Uno, al interior de la propia empresa petrolera y la otra vinculada a lo que se hace con los recursos provenientes del petróleo. Sobre la primera, por desgracia, los ejemplos son múltiples. De manera reciente, la agencia periodística Reuters identificó más de 100 contratos firmados entre el 2003 y el 2012 por un valor de 11 mil 700 millones de dólares sobre los que la Auditoría Superior de la Federación de la Cámara de Diputados hizo señalamientos después de detectar irregularidades, casos que, en su mayoría, desdeño la paraestatal.

La investigación de Reuters indica que Pemex respondió a 268 señalamientos de corrupción entre 2008 y 2014, “pero en sólo tres de ellos tomó medidas, como suspender a un puñado de empleados. Los órganos internos de control de Pemex desecharon 157 de los casos y hasta el mes pasado, 108 casos seguían sin resolver”. Arturo González de Aragón, extitular de la Auditoría Superior de la Federación, entrevistado por El Financiero, señaló al respecto que en México, «como no castigamos a nadie, la impunidad se convierte en el incentivo perverso de la corrupción».

Pero este cáncer también invade las operaciones que se hacen con el dinero generado por Pemex: Enrique Campos da cuenta de “cómo se desperdiciaron los excedentes petroleros, cómo se han tirado recursos públicos, cómo se asignan obras públicas, cómo se gasta muy mal una parte importante de los recursos de los mexicanos.”. No es de extrañar que entre los tres temas de México que fueron analizados con mucho cuidado por el Foro Económico Mundial de Davos, se encuentre la corrupción, aunado a la inequidad y la baja productividad, como señaló Marisol Argueta, directora senior del Foro para América Latina.

Definitivamente amigo radioescucha, al tiempo en que la mezcla mexicana, que comprende un promedio de los precios de los distintos tipos de petróleo, continúa descendiendo y llega ya a los 38 dólares, muy por debajo del estimado hecho por los diputados a finales del año pasado, hay una mezcla que se sostiene y que causa enorme daño a la nación: la petrolización del gasto público y la corrupción que le acompaña.



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