Recuperación de la confianza: reto del gobierno de EPN por el bien de México

 

Un buen diagnóstico permite conocer el origen de un problema, pero no es suficiente para terminar con él, si no se llevan a cabo las acciones que requiere su solución. Es digna de reconocer la declaracion del secretario de Hacienda, Luis Videgaray, al Financial Times, influyente diario de EU, al aceptar que la prioridad del gobierno de EPN es la restauración de la confianza del pueblo mexicano. Pero admirable hubiera sido que diera a conocer un plan de trabajo enfocado a alcanzar ese objetivo por demás difícil de lograr, cuando en los tres niveles de gobierno y, en general, la clase política, por el desempeño en su trabajo, se han ganado la antipatía de la mayoría de los ciudadanos.

Es incongruente el hecho, como destaca Raymundo Riva Palacio en El Financiero, el caso del conflicto de interés en el que incurrió el propio Luis Videgaray con la compra de su casa en Malinalco al Grupo Higa, propietario también de la famosa Casa Blanca de la primera dama Angelica Rivera que, “lejos de debilitarlo le dio al secretario de Hacienda la oportunidad para hermanarse en la desgracia con el presidente”. Para el analista, hay evidencias de que el escándalo lo ha “reposicionado como el hombre más poderoso de Peña Nieto, gracias a la paradoja política de haber compartido el mismo pecado”.

¿Cómo recuperar la confianza en las instituciones donde no existe un estado de derecho confiable y cuando sucede todo lo contrario a lo que dicta la lógica, pues los políticos que incurren en malos manejos, desvío de recursos, tráfico de influencias o abuso de poder, nunca reciben castigo alguno? Peor aún, como señala Alejandro Páez Varela en Sinembargo, los mexicanos tampoco creen que la solución esté en otro partido: “por lo menos hace más de 15 años teníamos la ilusión de que había oposición partidista y líderes morales que pudieran conducir un cambio; por lo menos hace más de 15 años queríamos que se fuera el PRI con todas las ganas, y que llegara cualquier otro. Pero ese cualquier otro resultó igual y, creo, peor en muchos sentidos. Ese cualquier otro se comió completo al PRI; se hizo uno con él”.

Como señala Miguel Carbonell en El Universal, “La sombra de la corrupción es una gran mancha que parece estarse extendiendo a lo largo y ancho del estado mexicano”. Hay que agregar, además, la gigantesca impunidad. Los hechos lo confirman cuando se reconoce que a más de 10 años de existencia de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información, de 77 expediente que se han abierto contra funcionarios que se han negado a proporcionar datos por órdenes del IFAI, sólo nueve han sido sancionados.

Es lamentable que en estos momentos de profunda, crisis cuando los priistas deberían dar muestras de que en verdad les importa acabar con la corrupción, en lugar de hacerlo, traicionan los compromisos que sus legisladores habían asumido con respecto a la creación de una nueva normativa en materia de transparencia y rendición de cuentas, basada en los más altos estándares de la Alianza por el Gobierno Abierto y, en su lugar, están proponiendo retrocesos en la legislación que, de aprobarse, significarán más de una década perdida para el país, como acusa la presidenta de Fundar, Haydeé Pérez.

Como advierte Raymundo Riva Palacio, «todos los datos son negativos para el presidente Peña Nieto en este momento y difícilmente se van a corregir durante el primer semestre. Ni la seguridad tendrá un vuelco, ni la economía tendrá un empuje durante este periodo. No se ha resuelto el problema de conflicto de interés que despierta sospechas de corrupción, sino al contrario. Siguen apareciendo revelaciones que fortalecen la idea de impunidad y nulo combate a la corrupción. Los estrategas priistas no quieren que la presidencia de Peña Nieto los contamine y los que ya calientan motores para las elecciones de medio término, escuchan cada vez más la recomendación de ensalzar sus fortalezas como candidatos y eliminar a Enrique Peña Nieto de su discurso. Vincularse hoy en día al presidente se ha convertido en un riesgo electoral que puede afectarlos, porque Peña Nieto pasó de ser un activo, a un lastre, ante su pérdida de aprobación y credibilidad. El lastre, no hay que olvidar, se tira para no hundirse. Y eso es lo que van a hacer.».

Definitivamente amigo radioescucha, resulta difícil ser optimistas ante la realidad que atraviesa el país. Luis Videgaray tiene razón al señalar dónde está mal, pero ese diagnóstico en nada ayuda a la solución, cuando no se empieza por reconocer que la pérdida de confianza es producto de acciones deshonestas en los tres niveles de gobierno y en los tres poderes de la Unión, así como en las empresas e instituciones gubernamentales. De ahí la importancia de que las palabras vayan acompañadas de acciones contundentes, rompiendo paradigmas anacrónicos y empezar por la prioridad que señaló el secretario de Hacienda, mediante una nueva forma de entender la política mexicana que debe incluir elementos como el respeto y una sana y honesta comunicación entre las partes, así como la transparencia y rendición de cuentas que puedan dar lugar a la credibilidad indispensable para generar la reconstrucción de la confianza que requiere el gobierno de EPN para el bien de México.



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