Dos notas publicadas tendrían que ser de máxima preocupación: la primera, cuya fuente es el INEGI, muestra que 48% de los desempleados en México tiene una escolaridad de bachillerato o superior; es decir que, contrario a lo que debería ocurrir, los que tienen más estudios, quedan fuera de las oportunidades laborales y la tendencia va a la alza, pues, en un semestre, los desempleados de ese rango pasaron del 39% al 48% actual. Si el futuro de una nación está vinculado a la educación y si como se aprecia en las estadísticas, en México se desalienta la continuidad de los estudiantes ante la posibilidad de quedar sin empleo, estamos ante una realidad nada halagüeña en torno a lo que le espera al país y, en particular, a quienes hoy se encuentran inmersos en sus procesos formativos.
La segunda noticia tiene que ver con la reciente publicación del Reporte sobre la Discriminación en México hecho por el Conapred, Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación y el CIDE, Centro de Investigación y Docencia Económicas, en el que se indica que los jóvenes forman en su conjunto el grupo “más discriminado en materia laboral, ya que la tasa de desempleo de los adultos de 30 años y más es de 3.5%, mientras que en la población joven alcanza 8.7%”. Además, indica que para los jóvenes tener un trabajo “no asegura bienestar económico, profesional ni personal, ni garantiza una incorporación social adecuada”.
Ante tal escenario, es reprobable por ejemplo el derroche de los partidos políticos con motivo de las elecciones, que este año tienen un presupuesto superior a los 5 mil 300 millones de pesos. Agregue Usted los costos de operación del Instituto Nacional Electoral, que sumarán otros 13 mil 200 millones de pesos, que son los gastos cuantificables, porque hay muchos otros, que van desde lo legal como los millones de spots en radio y televisión, que no se pagan, hasta las dádivas que se reparten entre el electorado, y que resulta complicado cuantificar.
Jorge Fernández Menéndez pregunta en Excelsior: “¿cuántos recursos que podrían estar al servicio del gasto productivo nos generan los partidos, los grupos políticos de presión y muchos otros?, ¿cuántos millones se van a la basura?”. Lo cierto es que la voracidad de un sistema que insiste en dar una vida de lujo y dispendio a unos cuantos, a costa de la mayoría, encuentra entre los jóvenes a sus víctimas más vulnerables; y parece que hay muy poca conciencia de lo que significa para el país esta situación.
Peor aún, Agustín Carstens, gobernador del Banxico, advirtió que en 2015 habrá choques externos nuevos para la economía mexicana como los bajos precios del petróleo y la alta probabilidad de que la Reserva Federal de EU suba su tasa de referencia. Carstens dijo: “no hay espacio para autocomplacencia ni para estar muy relajados”. Pero cuando se habla de “apretarse el cinturón”, el sector público no se da por aludido, por lo que el panorama luce más sombrío. Así lo perciben 3 de cada 4 mexicanos que advierten que el país va por el camino equivocado y que hoy se vive una de las crisis más severas de los últimos 25 años, según la encuesta del Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados, que revela además que 57% de los entrevistados prevé un escenario todavía más difícil para el año entrante.
Definitivamente amigo radioescucha, estamos en un momento decisivo para el futuro del país, en el que están en juego la viabilidad institucional y la vigencia misma del Estado de Derecho que a decir de los estudiosos en la materia, nunca se pudo consolidar y ahora evidencia fracturas en todos lados. Gustavo Estevea, en La Jornada, clama por la posibilidad de que la ciudadanía organizada de todos los sectores y niveles socioeconómicos, pueda llevar la batuta en el cambio profundo que México requiere. “Es la única manera –afirma- en que la democracia estaría donde debe estar: donde está la gente, quien sustentaría el orden social y sería valladar contra el caos y la violencia actuales”. Por todo lo anterior, hoy más que nunca urge la sinergia gobierno-sociedad para el rescate nacional.